El valor de la lectura
El valor de un bien concreto es igual a la significación que para un sujeto tiene la satisfacción de las necesidades menos importantes que puede alcanzarse con aquella cantidad parcial
Carl Menger
Durante la pandemia, como tanta gente, me lancé a internet para compensar la falta de interacción social. Entre otras cosas, visité varios foros de magia. Algunos con gente joven, y otros –los menos– más de mi quinta.
Los más jóvenes hablaban de las cosas que compraban, de los regalos que pedían, hacia dónde se orientaba su sed de magia. Curiosamente casi siempre se trataba de barajas, algunas de colección bastante caras, efectos comercializados, etc. Cuando yo sugería «libros» notaba cierta incomprensión. ¿Será la inmediatez que te provoca la posesión y el uso de esos instrumentos frente a los libros? No estoy seguro.
Aún hoy me sucede: gastarme 50€ en barajas en vez de en un buen libro de magia me parece una locura. Lógicamente, las valoraciones son subjetivas; cada cual decide en función de lo que cree que le puede aportar algo. Pero incluso la subjetividad se basa en la experiencia. Todas las acciones que realizamos buscan un fin para mejorar nuestra condición (como explica Mises al introducir la praxeología en La acción humana). Estamos convencidos de que es lo mejor para nosotros. La experiencia nos dirá si es así.
Cuando empecé a leer libros de magia fui poco a poco analizando lo que me aportaban. El libro abre un mundo entero de posibilidades. No solo es lo que el libro mismo te cuenta, los efectos descritos, sino que puedes entrar en la mente de otro mago, aprender de cómo piensa, ponerte en sus zapatos durante un tiempo, y salir siendo alguien distinto, más sabio. Eso no te lo da una baraja, ni el último efecto de moda.
Creas una biblioteca mental, no porque recuerdes todo, que mucho se olvida o se queda en hibernación, pero sí que adquieres una destreza, un bagaje casi implícito, que trastoca todo lo que tocas. De hecho, uno de los grandes pilares de nuestro desarrollo es la misma escritura (y lectura) porque nos permite leer y «olvidar», quedarnos con la base, y tener a mano esa infinita memoria exógena o exosomática, que son los libros a los que podemos volver cuando necesitemos un detalle concreto, pero la base ya se ha quedado en nosotros. Aunque la capacidad mental del ser humano no ha aumentado significativamente en los últimos milenios, nuestra memoria exosomática ha crecido exponencialmente, y eso ha sido la base del progreso mismo, el conocimiento que no guardamos en la mente, sino fuera de ella. Ese es el poder de los libros. (Ver nota final).
Además, te enseñan a pensar. Decía Gabi: «[Los libros] hablan entre ellos y cuando coges un libro es como si abrieras diez o veintede golpe. Entonces los consultas y sigues las citas del autor. Vas conociendo más personajes, más autores. Ha habido mucha gente que ha pensado mucho y muy bien, y vale la pena tenerlo en cuenta». (Extraído de entrevista Pastomagic) Accedes a lo que otra gente ha pensado. Ya no tienes que abrir ese camino entre la maleza, porque alguien lo ha pavimentado para ti. Y ves puntos de vista, te fuerzan a razonar los porqués de cada versión, cada aproximación, comparas, deduces, y aunque olvides el juego, ese ejercicio del pensamiento queda en ti.
De hecho, tras leer un libro de magia, la baraja que tenías es más potente, la moneda más esquiva. Las mejores herramientas en unas manos inexpertas no valen para nada. Pero una mala herramienta en una mano cultivada crea obras de arte.
Habrá decenas de libros de los que no haré jamás un solo juego, sé que es algo común en los que somos adictos a la lectura mágica, pero eso es irrelevante. Al final no buscas hacer efectos leídos sino una mayor riqueza propia. Con los efectos descritos en cualquier buen libro de magia puedes hacer un espectáculo decente, pero no serás un creador, sino como máximo un intérprete muy limitado. Cuanto más leas, mejor intérprete serás, pues podrás adaptar el juego que te encanta a tu personalidad, que te quede como un guante, quitar de aquí, meter de allá, hasta que ya no sea el juego que leíste, sino una obra que lleve tu firma.
Tal vez esto va de ego en cierto modo, pero visto desde puntos de vista diferentes. Uno es el de la satisfacción inmediata, y el amargor posterior, al saber que el valor de lo que haces es limitado, porque no es tuyo. La otra es la satisfacción por presentarte a ti mismo en un efecto, saber que ahí estás tú. Esa no busca tanto el aplauso, sino la expresión sincera de uno mismo. Tal vez sea lo que diferencia a alguien que hace trucos del mago artista.
No sé si lo que escribo tiene sentido o no, pero sé que siempre que oigo hablar a un mago con pasión y profundidad, es alguien que ama la magia y la ha estudiado en profundidad. Casi nunca tiene muchos efectos en su maleta.
Leed, leed todo lo que podáis, empapaos por la creatividad de los demás, por sus ideas, y también por sus errores, creced desde dentro con cada libro. Y sí, de vez en cuando compraros algún truco, tampoco hay que pasarse…
----------------------------------------------------------------
Ruth Irwin 2022, https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/00131857.2021.1970525 «La memoria exosomática es una fase crucial en la evolución de la humanidad porque permite que el aprendizaje se produzca entre grupos y generaciones en lugar de exclusivamente a través de la experiencia vivida o la transmisión individual. La memoria exosomática es la atribución de conocimientos a objetos, como el arte o la escritura [...]. La memoria exosomática es la clave de la transmisión de la cultura y el conocimiento, más allá del individuo que aprende exclusivamente de la experiencia personal. Esto sitúa a tecnologías como la escritura y el arte en una posición clave para la educación de la cultura y el conocimiento.»