Juegos de manos de sobremesa
Wenceslao Ciuró
978-84-89749-93-130,00€
Año de Edición: 2010
Producción Gráfica: ilustraciones y fotografías: Luis Liendo
Diseño: Gerardo Tovar
146 págs. a todo color
Encuadernación: cartoné
Formato: 30cmx22cm
Adivinaciones y mentalismo, Juegos con cuerdas, Juegos fáciles con accesorios sencillos (anillos, pañuelos, cigarrillos, cajas, etc.), Gags, Problemas de Ilusionismo...
Encuadernación: cartoné
Formato: 30cmx22cm
Adivinaciones y mentalismo, Juegos con cuerdas, Juegos fáciles con accesorios sencillos (anillos, pañuelos, cigarrillos, cajas, etc.), Gags, Problemas de Ilusionismo...
Prólogo de Juan Tamariz, 5
Plan general de la colección
División de este tomo
¿Qué es este libro?
Advertencias preliminares
Diez postulados del Ilusionismo a modo de consejos
CAPÍTULO ÚNICO
Lección 1
Juegos de adivinación y mentalismo
¿Cara o cruz?
¿Coincidencia o telepatía?
Pequeño espiritismo
Un juego que cuesta 5€
Escribir una suma desconociendo los sumandos
El número común
¿Qué objeto ha sido levantado?
Previsión de un resultado
Adivinación de una suma
La morra del ilusionista
¿El nombre o el apellido?
Previsión
Los puntos de tres fichas de dominó
Radiaciones cerebrales
Lección 2
Juegos con cuerdas
Un nudo imposible
Sutileza del dedo mayor
El aro traspasado por la doble cuerda
Hay que soplar
La cuerda que atraviesa el pulgar
Evasión curiosa
Un guardia ingenuo
Otro juego
Vayan tirando
Los nudos en la cuerda
¡Cuántos enredos, pero todo se arregla!
De un pequeño principio, un gran truco
El juego de la cuerda cortada
Lección 3
Juegos fáciles con accesorios sencillos
El enigma del anillo
¿Principio de física? No, de Magia
El ratón obediente
Nunca se gana
La cajita sabia
El cigarrillo embrujado
Metida cabeza abajo, sale cabeza arriba
Transformación de un huevo y un pañuelo
El aro liberado
La vista en la punta de los dedos
El pañuelo gallina
El número espiritista
La cartita sonora
La cajita magnetizada
Un truco repetido más de 100 veces delante del mismo público
Lección 4
Bromas y gags
Adivinación astrológica
Los arcanos de los números
El cabello invisible
La vedette
Sugestión de broma
¡No le gustan las caricias!
¿Dos? ¡Claro! No, ¡uno sólo!
¡Vaya broma!
Lección 5
Problemas de Ilusionismo
Curiosa casualidad
Un problema
Otros problemas
¿Quién lo saca?
Se demuestra un absurdo
¿Quién las coloca todas?
Siempre se gana
Las cruces difíciles
Lección 6
Juegos varios
¿De madera o de goma?
La moneda sutil
¿Magnetismo?
El fósforo imantado
Cambiar los puntos de un dado ordinario, soplando
El meñique, pintor mágico
El lápiz roto con un papel
Hélice curiosa
Las tres cabezas de cerilla
El fósforo roto y recompuesto
De una mano a otra
El humo dentro del vaso
Un juego y una broma
El volcán humano
La mancha misteriosa
Un cuento
Mi última palabra
Apéndice
Historia dibujada de la Magia, de Idígoras
Quinta Parte: Leyendas contemporáneas
Plan general de la colección
División de este tomo
¿Qué es este libro?
Advertencias preliminares
Diez postulados del Ilusionismo a modo de consejos
CAPÍTULO ÚNICO
Lección 1
Juegos de adivinación y mentalismo
¿Cara o cruz?
¿Coincidencia o telepatía?
Pequeño espiritismo
Un juego que cuesta 5€
Escribir una suma desconociendo los sumandos
El número común
¿Qué objeto ha sido levantado?
Previsión de un resultado
Adivinación de una suma
La morra del ilusionista
¿El nombre o el apellido?
Previsión
Los puntos de tres fichas de dominó
Radiaciones cerebrales
Lección 2
Juegos con cuerdas
Un nudo imposible
Sutileza del dedo mayor
El aro traspasado por la doble cuerda
Hay que soplar
La cuerda que atraviesa el pulgar
Evasión curiosa
Un guardia ingenuo
Otro juego
Vayan tirando
Los nudos en la cuerda
¡Cuántos enredos, pero todo se arregla!
De un pequeño principio, un gran truco
El juego de la cuerda cortada
Lección 3
Juegos fáciles con accesorios sencillos
El enigma del anillo
¿Principio de física? No, de Magia
El ratón obediente
Nunca se gana
La cajita sabia
El cigarrillo embrujado
Metida cabeza abajo, sale cabeza arriba
Transformación de un huevo y un pañuelo
El aro liberado
La vista en la punta de los dedos
El pañuelo gallina
El número espiritista
La cartita sonora
La cajita magnetizada
Un truco repetido más de 100 veces delante del mismo público
Lección 4
Bromas y gags
Adivinación astrológica
Los arcanos de los números
El cabello invisible
La vedette
Sugestión de broma
¡No le gustan las caricias!
¿Dos? ¡Claro! No, ¡uno sólo!
¡Vaya broma!
Lección 5
Problemas de Ilusionismo
Curiosa casualidad
Un problema
Otros problemas
¿Quién lo saca?
Se demuestra un absurdo
¿Quién las coloca todas?
Siempre se gana
Las cruces difíciles
Lección 6
Juegos varios
¿De madera o de goma?
La moneda sutil
¿Magnetismo?
El fósforo imantado
Cambiar los puntos de un dado ordinario, soplando
El meñique, pintor mágico
El lápiz roto con un papel
Hélice curiosa
Las tres cabezas de cerilla
El fósforo roto y recompuesto
De una mano a otra
El humo dentro del vaso
Un juego y una broma
El volcán humano
La mancha misteriosa
Un cuento
Mi última palabra
Apéndice
Historia dibujada de la Magia, de Idígoras
Quinta Parte: Leyendas contemporáneas
La extraordinaria obra mágica del entrañable Padre Wenceslao Ciuró
"Al hacer el salto se nos ve y se nos oye, Padre", le dijimos a aquel curita amable que nos abrió la puerta de su casa en la calle Quintana de Madrid, aquel año 1956, en el que, por suerte, Antonio Drové (mi acompañante) me había prestado mi primer libro de magia "Juegos de manos de sobremesa". El afable Padre salió al rellano de la escalera, cogió mi baraja, perdió el Caballo de Bastos en el centro de la misma y, con cara ingenua y voz dulce, nos miró y nos dijo: "¿El salto?, es muy fácil. ¡Mirad!". Miramos fijamente sus manos. Teníamos trece años y una mirada atentísima y una viveza propia de la edad. No hizo nada; ningún gesto, ningún movimiento, ¡nada! Volteó la carta de arriba. "Aquí está". Era el Caballo de Bastos, el único Caballo de Bastos de mi baraja. "No ha podido hacer el salto", pensé. Le miramos incrédulos. "Es muy fácil", repitió, sonriente. Yo no sabía cómo decirle que sí, que era un milagro la subida de la carta pero que no había hecho el salto. "Sí", dijo, adivinando mi pensamiento. "Es así", e hizo un salto mientras mirábamos. Muy suave, sin ruido, ligero... pero se veía. "Pero así, lento, se ve, ¿no, Padre?". "¡Oh, no, no! Nunca se ve. Hay que hacerlo muy suavecito, sin ruido, sin mirar a las manos, mirando al público, y sin preocupación ninguna, con ligereza y tranquilidad". Me dio la baraja y nos despidió.
Antonio Drové y yo bajamos a la calle Princesa. No hablamos nada. Nos mirábamos.
¿Sería verdad? Probamos. Manipulando con suavidad, el salto no se oía, y al mirar yo a Antonio, él me miraba a mí, y al estar despreocupados, no se intuía nada. ¡Era el salto invisible!
Desde aquel día, durante cinco años (hasta el año 60 incluido, en el que conocí a Juanito Antón, quien tanto me enseñó, entre ello otros métodos de control de cartas) realicé una media de 27,3 saltos por día ante el público, y sólo una vez alguien lo vio o lo intuyó (una chica que estaba mirándome desde atrás sin que yo lo advirtiera). Bueno. De acuerdo: las cifras no son exactas, pero sí que hice miles, repito, miles de veces el salto (único método de control de una carta incluido en el "principio clásico" del noventa por ciento de los juegos de entonces) y, por el asombro de mis públicos de todos los días, ni lo veían ni lo sospechaban.
Había aprendido el verdadero secreto de cómo ocultar o cubrir la técnica: soltura y despreocupación. (René, Arturo, Robert-Houdin...)
Así de profunda y sencillamente conocía el Padre (el luego tan querido Padre Ciuró) el Arte de la Magia. Porque complementaba su capacidad para esconder el secreto con lo más importante, y sin lo cual no tiene valor lo anterior: una gran capacidad para fascinar, una enorme y riquísima humanidad acompañada de un fantástico poder de comunicación.
Los mejores libros escritos jamás, en cualquier lengua (me atrevo a asegurarlo) para quien se quiere iniciar en el Arte de la Magia (de los juegos de manos y la prestidigitación) son los del Padre Ciuró. Su increíble claridad, su practicidad, su maravillosa selección de juegos y la seguridad de que la mayoría de ellos estaban o habían estado en su repertorio y por eso conocía los detalles de las dificultades prácticas y psicológicas, y también la grandísima variedad de juegos (micromagia, cartomagia técnica y automática, mentalismo, magia de salón y escena, telepatía, transmisión de pensamiento con códigos, el día de la semana, la cabina espiritista, radiestesia, gags, sketchs cómicos, charlas, rutinas y presentaciones...)
Y todo ello repleto de consejos, anécdotas personales narradas con la sencillez y hermosura que da la verdad de la vivencia. Esto hace que sean los únicos libros que dejan aflorar del que enseña, del pedagogo, del psicólogo, del guía y del hombre afable, sencillo, generoso, apasionado por la magia, una humanidad que traspasa las páginas de sus libros.
Llenaría varias páginas indicando las maravillas (auténticas maravillas) de juegos que vienen en estos libros. Baste decir que sólo en el más pequeño (de tamaño), éste mi primer "Juegos de manos de sobremesa", hay casi 75 juegos y al menos 15 o 20 los sigo haciendo ahora. El último del libro "con variantes mías" lo hago como final de casi todas mis sesiones de magia de cerca; el ante-ante-penúltimo lo presentaba Fred Kaps (nada menos) en escena; el siguiente a éste lo realizo a menudo cuando me vienen a pedir un autógrafo; hay dos gags que presento hoy día en escena, el juego de "La cajita magnetizada" estuvo en mi repertorio (como estrella) más de veinte años, y lo voy a retomar; a "La cajita sabia" le pasa exactamente lo mismo; "El enigma del anillo" sigue en mi repertorio como el juego más fuerte de cuerdas de sobremesa; "La cuerda cortada" es el método que sigo usando para este gran clásico de la magia; "Los nudos en la cuerda", "Hay que soplar" y algunos otros de cuerdas aún los presento; y "El nudo imposible" deja engañado e ilusionado a cualquier mago actual. Lo mismo que le pasa a "Pequeño espiritismo" o "Cara o cruz".
Con los juegos de este libro se puede realizar una muy buena sesión de magia de cerca y otra de magia de salón.
¡Y si hablásemos del resto de su obra! Tan sólo referirme de pasada a la Biblia del principiante ("La Prestidigitación al alcance de todos". Páginas, 2004) (que es también una mina de oro para el aprendizaje de juegos y filosofía mágica para cualquier mago, sean cuales sean sus conocimientos y profesionalidad). Con ese libro y sus juegos me comprometo a realizar varias presentaciones de cartas, cubiletes, monedas, dados, manipulaciones escénicas de calidad, de salón, mentalismo, telepatía, cabina espiritista... Y además, queda implícita a veces, explícita otras, mucha de la filosofía mágica y la maravillosa psicología, única de aquél a quien el Padre Ciuró consideraba su Maestro en magia (a través de sus libros): Robert-Houdin. El llamado, con toda justicia, "Padre de la Magia Moderna".
Así que sería como el Padre del Padre, y nosotros, lectores, todos sus hijos y nietos. Y por tanto, hermanos, felices y venturosos. Así sea.
Y que los libros maravillosos del Padre Ciuró nos ayuden a ello.
Juan Tamariz
"Al hacer el salto se nos ve y se nos oye, Padre", le dijimos a aquel curita amable que nos abrió la puerta de su casa en la calle Quintana de Madrid, aquel año 1956, en el que, por suerte, Antonio Drové (mi acompañante) me había prestado mi primer libro de magia "Juegos de manos de sobremesa". El afable Padre salió al rellano de la escalera, cogió mi baraja, perdió el Caballo de Bastos en el centro de la misma y, con cara ingenua y voz dulce, nos miró y nos dijo: "¿El salto?, es muy fácil. ¡Mirad!". Miramos fijamente sus manos. Teníamos trece años y una mirada atentísima y una viveza propia de la edad. No hizo nada; ningún gesto, ningún movimiento, ¡nada! Volteó la carta de arriba. "Aquí está". Era el Caballo de Bastos, el único Caballo de Bastos de mi baraja. "No ha podido hacer el salto", pensé. Le miramos incrédulos. "Es muy fácil", repitió, sonriente. Yo no sabía cómo decirle que sí, que era un milagro la subida de la carta pero que no había hecho el salto. "Sí", dijo, adivinando mi pensamiento. "Es así", e hizo un salto mientras mirábamos. Muy suave, sin ruido, ligero... pero se veía. "Pero así, lento, se ve, ¿no, Padre?". "¡Oh, no, no! Nunca se ve. Hay que hacerlo muy suavecito, sin ruido, sin mirar a las manos, mirando al público, y sin preocupación ninguna, con ligereza y tranquilidad". Me dio la baraja y nos despidió.
Antonio Drové y yo bajamos a la calle Princesa. No hablamos nada. Nos mirábamos.
¿Sería verdad? Probamos. Manipulando con suavidad, el salto no se oía, y al mirar yo a Antonio, él me miraba a mí, y al estar despreocupados, no se intuía nada. ¡Era el salto invisible!
Desde aquel día, durante cinco años (hasta el año 60 incluido, en el que conocí a Juanito Antón, quien tanto me enseñó, entre ello otros métodos de control de cartas) realicé una media de 27,3 saltos por día ante el público, y sólo una vez alguien lo vio o lo intuyó (una chica que estaba mirándome desde atrás sin que yo lo advirtiera). Bueno. De acuerdo: las cifras no son exactas, pero sí que hice miles, repito, miles de veces el salto (único método de control de una carta incluido en el "principio clásico" del noventa por ciento de los juegos de entonces) y, por el asombro de mis públicos de todos los días, ni lo veían ni lo sospechaban.
Había aprendido el verdadero secreto de cómo ocultar o cubrir la técnica: soltura y despreocupación. (René, Arturo, Robert-Houdin...)
Así de profunda y sencillamente conocía el Padre (el luego tan querido Padre Ciuró) el Arte de la Magia. Porque complementaba su capacidad para esconder el secreto con lo más importante, y sin lo cual no tiene valor lo anterior: una gran capacidad para fascinar, una enorme y riquísima humanidad acompañada de un fantástico poder de comunicación.
Los mejores libros escritos jamás, en cualquier lengua (me atrevo a asegurarlo) para quien se quiere iniciar en el Arte de la Magia (de los juegos de manos y la prestidigitación) son los del Padre Ciuró. Su increíble claridad, su practicidad, su maravillosa selección de juegos y la seguridad de que la mayoría de ellos estaban o habían estado en su repertorio y por eso conocía los detalles de las dificultades prácticas y psicológicas, y también la grandísima variedad de juegos (micromagia, cartomagia técnica y automática, mentalismo, magia de salón y escena, telepatía, transmisión de pensamiento con códigos, el día de la semana, la cabina espiritista, radiestesia, gags, sketchs cómicos, charlas, rutinas y presentaciones...)
Y todo ello repleto de consejos, anécdotas personales narradas con la sencillez y hermosura que da la verdad de la vivencia. Esto hace que sean los únicos libros que dejan aflorar del que enseña, del pedagogo, del psicólogo, del guía y del hombre afable, sencillo, generoso, apasionado por la magia, una humanidad que traspasa las páginas de sus libros.
Llenaría varias páginas indicando las maravillas (auténticas maravillas) de juegos que vienen en estos libros. Baste decir que sólo en el más pequeño (de tamaño), éste mi primer "Juegos de manos de sobremesa", hay casi 75 juegos y al menos 15 o 20 los sigo haciendo ahora. El último del libro "con variantes mías" lo hago como final de casi todas mis sesiones de magia de cerca; el ante-ante-penúltimo lo presentaba Fred Kaps (nada menos) en escena; el siguiente a éste lo realizo a menudo cuando me vienen a pedir un autógrafo; hay dos gags que presento hoy día en escena, el juego de "La cajita magnetizada" estuvo en mi repertorio (como estrella) más de veinte años, y lo voy a retomar; a "La cajita sabia" le pasa exactamente lo mismo; "El enigma del anillo" sigue en mi repertorio como el juego más fuerte de cuerdas de sobremesa; "La cuerda cortada" es el método que sigo usando para este gran clásico de la magia; "Los nudos en la cuerda", "Hay que soplar" y algunos otros de cuerdas aún los presento; y "El nudo imposible" deja engañado e ilusionado a cualquier mago actual. Lo mismo que le pasa a "Pequeño espiritismo" o "Cara o cruz".
Con los juegos de este libro se puede realizar una muy buena sesión de magia de cerca y otra de magia de salón.
¡Y si hablásemos del resto de su obra! Tan sólo referirme de pasada a la Biblia del principiante ("La Prestidigitación al alcance de todos". Páginas, 2004) (que es también una mina de oro para el aprendizaje de juegos y filosofía mágica para cualquier mago, sean cuales sean sus conocimientos y profesionalidad). Con ese libro y sus juegos me comprometo a realizar varias presentaciones de cartas, cubiletes, monedas, dados, manipulaciones escénicas de calidad, de salón, mentalismo, telepatía, cabina espiritista... Y además, queda implícita a veces, explícita otras, mucha de la filosofía mágica y la maravillosa psicología, única de aquél a quien el Padre Ciuró consideraba su Maestro en magia (a través de sus libros): Robert-Houdin. El llamado, con toda justicia, "Padre de la Magia Moderna".
Así que sería como el Padre del Padre, y nosotros, lectores, todos sus hijos y nietos. Y por tanto, hermanos, felices y venturosos. Así sea.
Y que los libros maravillosos del Padre Ciuró nos ayuden a ello.
Juan Tamariz
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