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El famoso juego de las tres cartas

El famoso juego de las tres cartas

El mago pide a un espectador que mezcle la baraja y le entregue tres cartas, una a una, para realizar ¡El famoso juego de las tres cartas!

Sin embargo, para sorpresa de todos, el artista tiene cuatro cartas. Algo ha salido mal, tal vez dos cartas pegadas. No pasa nada, el mago devuelve una carta al espectador y se dispone a hacer  ¡El famoso juego de las tres cartas! Pero, de nuevo, hay cuatro cartas… Devuelve otra carta al espectador. No está claro qué pasa, pero no importa. Ahora al fin  ¡El famoso juego de las tres cartas!

Otra vez cuatro… Se devuelve nuevamente una carta, ya con desesperación  e incredulidad… pero no hay manera de hacer  ¡El famoso juego de las tres cartas!

¡No puede ser! Esto es increíble, cuatro cartas. Se da una vez más una al espectador…

Ahora por fin el mago tiene… una sola carta… Nada, que no hay manera.

El mago pide que le entregue una carta y otra más al espectador, y le ruega además que, por favor, cuente él mismo, a ver si así consiguen tres  cartas para hacer  ¡El famoso juego de las tres cartas!

¡Y el espectador cuenta cuatro cartas! ¿¡Qué demonios ocurre!? El artista coge las cuatro cartas y las deja caer sobre la mesa, pero caen tres, cuatro, cinco… un montón de cartas.


Esta genialidad está publicada en Rutinas Asombrosas tiene el maravilloso estilo alocado y gamberro de David Williamson 

Es un tremendo ejemplo de la llamada Magia perversa, esa en la cual los elementos se revelan y no dejan que el mago pueda hacer ¡El famoso juego de las tres cartas!, como la increíble Carta hogareña de Fred Kaps. Esta magia es divertida, mágica, absurda, y encima el efecto es una maravilla de construcción. Todo está perfectamente cubierto por la interacción con el espectador y es invisible incluso cuando conoces el manejo. La situación es tan cómica que es imposible no mirar donde está la atención.


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